Cuando un proyecto laboral y profesional se acaba lo hace, en ocasiones, porque se alcanzan los objetivos inicialmente marcados. Pero las más de las veces, lo hace porque pierde su sentido, porque cuesta encontrar razones para seguir o porque, simplemente, se agota. Y cuando un proyecto se agota hay que ser honesto con uno mismo, reconocerlo y saber despedirlo. Y esta capacidad no es una cuestión de valentía como muchas veces se piensa, sino de vencer la natural tendencia humana a luchar por lo que, hasta ese momento, había supuesto un objetivo vital en el que se habían depositado esfuerzos y miedos, pero también alegría e ilusiones. Pero también es el momento de parar y reflexionar qué, quién, cómo, por qué, se ha agotado un proyecto. Muchas veces un proyecto se disfruta no sólo por el objetivo alcanzado, sino por el trayecto realizado hasta alcanzarlo. Las experiencia, las vivencias, los éxitos y, por que no decirlo, también los sinsabores experimentados durante el mismo, son lo que dan entidad a cualquier proyecto. El gran poeta de Alejandría, Konstantínos Kaváfis, lo describió mejor que nadie en su mítico “Ítaca”:
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
….
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años…
….
Cuando en el transitar por un proyecto se pierde la ilusión, la motivación, las ganas de seguir aprendiendo, la alegría de enfrentarse a él y moldearlo con nuestro esfuerzo y voluntad, es el momento de dejarlo. Cuando no se disfruta del viaje porque ya no hay experiencias, o las que surgen no aportan nada al viajero, es el momento de arribar y emprender un nuevo rumbo.
Cuando un proyecto profesional se agota, surge siempre la tentación de buscar, si no un culpable, si al menos un responsable. Tentación o necesidad, porque es cierto que aún habiendo proyectos que acaban naturalmente, en ocasiones existen circunstancias y elementos que, por acción u omisión, favorecen o aceleran el fin. Y con toda la subjetividad inherente a cualquier decisión humana, me niego a participar de lo políticamente correcto, en los repartos equitativos de responsabilidades que sostienen que la responsabilidad (o la culpa) se reparte al 50%.
Pero todo proyecto, cuando acaba, deja un poso que se recordará siempre con inmensa alegría y satisfacción, y sería injusto no reconocerlo. Todas las vivencias disfrutadas durante el camino, todos los planes realizados, todas las oportunidades de aprender y mejorar tenidas, todas las relaciones establecidas, muchas de las cuales han derivado en una sincera y profunda amistad, (¡incluso todos los momentos de Horr-or compartidos!), superan con creces cualquier decepción sufrida. Y, por supuesto, nunca habrá satisfacción mayor para los médicos que todo lo aprendido de aquellos a quienes dedicamos nuestro esfuerzo; de su confianza, de sus miedos, pero también de sus esperanzas; de su alegría en la curación, pero también de la tristeza cuando no. Y, a la larga, serán estas experiencias las que perdurarán en la memoria y ningún otro recuerdo podrá jamás empañar el orgullo de haberlas vivido y compartido.
Pero cuando un proyecto se acaba, otro empieza. Y es bien cierto que cambiar es necesario. Y bueno. Pero cambiar para avanzar, evitando caer en el gatopardismo de “cambiarlo todo para que nada cambie”. Un nuevo proyecto profesional siempre trae nuevas ilusiones, nuevas motivaciones, nuevos miedos (por qué no decirlo), pero también nuevas alegrías, nuevos desafíos y, sin duda, nuevas satisfacciones. Y más aún si se logra involucrar a buenos y viejos compañeros para que viajen de nuevo con nosotros.
Y al final, cuando un proyecto profesional acaba, sólo queda recoger los trastos, pedir disculpas si alguien se ha sentido en algún momento ofendido, dar las gracias por lo vivido e invitar a los verdaderos amigos (¡vosotros sabéis quienes sois!) a que nos acompañen en el nuevo camino a Ítaca…
«Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar»Antonio Machado, poeta español (1875-1939)
Con todos mis mejores deseos en tu nueva «singladura», que los idus te sean favorables. Cuentas con el apoyo de los que te conocemos, apreciamos y seguimos tu iluminador blog.
Animo, valor y suerte!
Muchas gracias. José Luis!
Es un cambio necesario y estoy convencido de que para bien. Recuperar ilusión y motivación es fundamental en nuestra profesión y hay que estar siempre buscando la manera de crecer y avanzar.
Chulísimas estas reflexiones una vez más y como siempre cargadas de razón.
¡¡ Mucha Suerte Ángel !! Estoy segura que la decisión tomada es la acertada y que sabrás disfrutar de este nuevo proyecto.
Muchas gracias, Belén! Pues si, creo que necesito este cambio. Nuevos proyectos, nuevas ilusiones y avanzar y crecer
Te deseo lo mejor en tu nuevo proyecto. Como cuando te compras unos zapatos nuevos, al principio cuesta un poco acostumbrarse, pero yo siempre me me compro zapatos a los pocos días me encuentro súper a gusto y muy favorecido. Lo dicho a lo de los zapatos.
Suerte compañero
Muchas gracias, Paco!
Tienes toda la razón, siempre hay que domar los zapatos, pero si son buenos, al final son los que mejor te sientan. Y cuando unos se gastan, pues a comprar otros!
No sé donde vas pero allí donde sea tendrán mucha suerte de tenerte. ¡Ira genial!.
Un fuerte abrazo y mucho ánimo con el cambio!!!!
Tere
Muchas gracias, Tere! Ya sabes que nuestro mundo del rayo es pequeño, pero siempre te da oportunidades nuevas. Y lo que no hay que perder nunca es la ilusión y motivación para seguir aprendiendo. Y cuando eso sucede, hay que revolverse y buscar otros retos, porque todo pasa muy rápido y como no espabiles, te quedas en el camino. Y a mi, personalmente, lo que más me motiva es aprender y mejorar, que lo demás ya vendrá por añadidura…
Muy bonito escrito, la verdad. Algún atisbo en nueva entrada sobre el nuevo proyecto?
Muchas gracias, Luis. Todos se andará una vez que se vaya encaminando y ajustando el nuevo proyecto…
«Ya el pobre corazón eligió su camino,
Ya a los vientos no oscila,
ya a las olas no cede,
al azar no suspira, ni se entrega al Destino….
Ahora sabe querer, y quiere lo que puede.
Renunció al imposible y al sin querer
divino.»
Manuel Machado, tambien poeta español.
Mucha suerte Angel en tu nueva etapa. Solo cerrando las puertas detras de uno se abren ventanas hacia el porvenir.
Un fuerte abrazo
antonio
Muchas gracias, Antonio. Tienes toda la razón, a veces hay que cerrar las puertas detrás de uno antes de aprovechar las nuevas ventanas que se abren. Pero hay que hacerlo y recuperar la ilusión