De cómo perdimos un gran psicooncólogo (@CarlosG_Miranda) pero ganamos un enorme escritor (#Enlazados)

Este pasado viernes día 26 de abril se presento en la Fnac de Madrid “Enlazados”, la primera novela (distópica) de Carlos García Miranda. Muchos, sin duda, conocéis ya al autor, pero otros muchos lo reconocerán inmediatamente si os digo que es uno de los principales guionistas de series de televisión como “El Internado”, “Los Protegidos” o la próxima (y seguro que exitosa), “Vivo Cantando”. El tremendo éxito alcanzado por las mismas, ya justificaría por si solo dedicar un tiempo a la lectura de este libro. La novela presenta un entorno futuro en una sociedad tremendamente mercantilizada y competitiva, gobernada por grandes corporaciones y que representa metáfora muy certera de la realidad actual y hacia donde nos dirigimos. La deshumanización alcanzada es tal que los mejores de cada generación deben competir a muerte para que el espectáculo continúe. Es fácil reconocer las influencias de la trilogía de los “Juegos del Hambre” de Suzanne Collins como del “Matrix” de los hermanos Andy y Lana Wachowski , pero también de “La Larga Marcha” de Richard Bachman (a.k.a. Stephen King), así como las referencias al “Gran Hermano” de George Orwell o el “Multivac” de Isaac Asimov. Los que como yo disfrutéis con la ciencia ficción, con la obra de escritores coma Arthur C. Clarke, Orson Scott Card, Ray Bradbury, Philip K. Dick, Ursula K. Le Guin…, o con los premios Hugo y Nebula, sin duda también lo haréis con “Enlazados”. Ni soy crítico literario ni lo pretendo, así que los análisis sesudos sobre la calidad de la obra se lo dejaré a los expertos, pero si he de decir que a mí me ha gustado. He disfrutado con el ritmo y originalidad de la trama (¡incluidos los guiños insertos!), que te engancha de principio a fin, que te obliga a leerla con avidez y que te deja un poso de satisfacción y esperanza cuando finalizas su lectura.

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Pero no es del Carlos guionista o del Carlos escritor del que me gustaría hablar, sino de su etapa anterior. Etapa esta que, como todas las fases de la vida, sin duda le ha marcado y ayudado a ser hoy como es. Conocí a Carlos hace ya muchos años, cuando coincidimos trabajando juntos, él como psicólogo y yo como oncólogo en el mismo Servicio del mismo Hospital. Desde el primer momento me gustó el enorme interés que ponía en todo lo que hacía, su sólida formación y su esfuerzo constante en un área que exige tanto como la psicooncología. Compartimos muchas vivencias, buenas y malas, relacionadas con el entorno del hospital y con todo lo que el tratamiento de las personas con cáncer conlleva. Y también compartimos excelentes momentos fuera del hospital como aquel congreso de Cádiz en 2005… A Carlos le estaré siempre agradecido, en primer lugar por todo lo bueno que hizo por nuestros pacientes, que fue mucho, pero también por todo lo que me enseñó acerca de como enfrentarme a todos esos miedos y necesidades que envuelven a los pacientes con cáncer, y que muchas veces llegan a afectar también a los que los tratamos. Tan solo esa mediocridad tan española en la clase dirigente, incapaz de detectar necesidades y posibles soluciones con suficiente antelación, y el cortoplacismo imperante en la administración pública impidieron que Carlos pudiese desarrollar una extraordinaria labor en el campo de la psicooncología. Eso que ganó la escritura, pero que perdimos los oncólogos.

Finalmente, y en el terreno personal, siempre agradeceré a Carlos que cuando he necesitado su ayuda o su consejo ante un caso particularmente difícil, ha estado siempre allí, aunque no se dedicara ya a la psicooncología, dispuesto ayudarme de todas las maneras. Y eso no se olvida nunca.

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