Sanidad: Sostenibilidad, Eventualidad, Precariedad

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La reciente publicación en elconfidencial.com de un artículo que analiza la lamentable, por precaria, y vergonzosa situación por la que transitan muchos médicos españoles no hace sino poner, una vez más, de manifiesto una de las realidades de la Sanidad española.  Encadenar contratos eventuales, a tiempo completo o parcial, durante meses e incluso años no es nada nuevo. Simplemente, es lo que sucede en la Sanidad española desde hace más de 20 años. Sin que tampoco haya recibido nunca excesiva atención, dicho sea de paso. La Sanidad española, ese sistema envidia de tantos, espejo en el que nos han dicho se miran los países más avanzados, modelo de sostenibilidad a imitar para otros, se sostiene precisamente gracias a esto. Sí, la Sanidad española es sostenible fundamentalmente porque desprecia a muchos de sus trabajadores. Los médicos conocemos bien esta situación y sabemos que, después de una licenciatura, un examen para obtener una plaza para formarnos como especialistas y 4 ó 5 años de trabajo como médicos residentes, lo que habitualmente toca es aspirar, en el mejor de los casos, a un contrato eventual, de días o pocos meses, con la esperanza, muchas veces ciega, de que sea renovado con posterioridad. Y podemos considerarnos afortunados aquellos cuya eventualidad se cronifica y tenemos la inmensa fortuna de que la misma sea renovada y prolongada en el tiempo a lo largo de los años.

Pero, ¿cuáles son las razones que nos han conducido a esta esperpéntica situación? Muchas, sin duda. La estulticia y lenidad de la Administración, que permite la perpetuación de semejante anormalidad, que incumple una y otra vez la legislación que exige cumplir a otras empresas en el ámbito privado acerca de la concatenación de contratos eventuales para el desempeño de la misma función; la negativa contumaz de todos los responsables, con independencia de su banderín político de enganche, para convocar de manera periódica las oposiciones que permitan, como mal menor, paliar la discriminación que ella misma fomenta y perpetúa; la insistencia en mantener (¿y quizás fomentar?) la mediocridad de un sistema basado en el “patrón antigüedad” despreciando la meritocracia y el esfuerzo mientras se reconoce, e incluso premia poniéndolo como ejemplo, el mero transcurrir de los años ocupando un puesto en el mismo sin exigir la más mínima responsabilidad a cambio; el empeño de un sistema en que excelentes médicos, con brillante porvenir, se vean obligados a emigrar a otros países por la obsesión en mantener sus caducas estructuras …; todos ellos, y muchos más, son motivos ciertos y reales que nos han conducido a este deterioro.

Pero sería falso e hipócrita rechazar de plano una más que necesaria autocrítica. Muchas veces hemos sido los propios médicos los que hemos favorecido un sistema tan perverso. La eventualidad perpetua no es nada nuevo, viene de antiguo. La situación de doble discriminación de los médicos eventuales se ha visto como algo normal y habitual dentro del sistema. La retribución del médico eventual es cerca de un tercio inferior a la de sus compañeros, pese a asumir como mínimo la misma carga de trabajo, por aquello de no tener derecho a percibir complemento por antigüedad ni por carrera profesional. Pero esto no es lo más importante. Aunque la principal discriminación reside en la negación que se hace a excelentes profesionales para poder avanzar y crecer profesionalmente, negándoles el derecho a asumir ningún puesto de responsabilidad, ninguna jefatura clínica o de Servicio, por el simple hecho de “no disponer de plaza en propiedad”. Y esto ha sido aceptado por muchos sin prestarle más atención que una mera solidaridad de pasillo o cafetería. “Que injusto es lo vuestro” o “esto no deberíamos consentirlo” han sido, en demasiadas ocasiones, lo único que los eventuales obteníamos de otros médicos. Ahora simplemente han sido sustituidas por un tuit o un retuit, o por un «me gusta» o una carita enfadada, que viene a ser lo mismo. Pero poco más allá de eso… Por no hablar de la utilización torticera de los médicos eventuales que eran, en muchas ocasiones, los encargados de cubrir casi en exclusiva (siempre hay excepciones) los turnos de tarde o aquellos puestos que muchos propietarios consideraban inadecuados en función de su posición de poseedores de plaza en propiedad. Y esto, con sus matices al alza o a la baja, ha sido así en muchas ocasiones. Llegando incluso a volver la cabeza ante situaciones de médicos con contratos, durante años, al 75% de la retribución pero al 100% del trabajo en algunos de nuestros 17 paisitos. Y durante años se ha mantenido, y se mantiene esta situación. Y cuando algunos hemos reclamado la laboralización y profesionalización como pilares fundamentales para la regeneración del Sistema, cuando hemos apostado por sustituir antigüedad por meritocracia como patrón de evaluación y progresión laboral, hemos sido despreciados por haber osado siquiera atentar contra lo que parecen los principios inamovibles que muchos desean mantener. Así, informes y proyectos que intentaban revertir esta situación (Abril, SEDISA, AES,…), con sus claros y sombras, han sido sistemáticamente rechazados y acusados en la inmensa mayoría de ocasiones de ser malvados intentos de “privatizar la Sanidad de todos”.

Y con esta cerrazón mental seguimos, y mientras no seamos capaces los médicos de asumir que necesitamos imperiosamente cambiar el modelo, noticias como la publicada por elconfidencial.com seguirán apareciendo periódicamente pero, lo que es peor, seguirán siendo una realidad constante y continua aunque no aparezcan en los papeles.

Pero, mientras se pueda seguir vendiendo el sistema como sostenible, ¿a quién le importa?…

«La mejor estructura no garantizará los resultados ni el rendimiento. Pero la estructura equivocada es una garantía de fracaso»

Peter F. Drucker, abogado y tratadista austriaco (1909-2005)

El (pen)último insulto del Sistema a los médicos eventuales…

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Quizás porque hay sobreabundancia de noticias en los últimos días sobre golfadas y sinvergonzonerías varias – Rato, López Aguilar, Chaves, Griñán, Maduro,… –; quizás porque las aventuras de nuestra escoria política embarcada en una nueva carrera para alcanzar plaza con derecho al trinque, incluyendo los estrambotes que “prefieren ver la película antes que leer el libro”, acaparan toda la atención; quizás porque las distintas mareas, marejadas y mares gruesas están ahora en otros afanes; o quizás porque, simplemente, no le importa a casi nadie salvo a los insultados, se está sometiendo en estos días a una (otra más) despreciable humillación a muchos médicos de la Sanidad Pública madrileña. A muchos, pero no a todos. Tan solo a los eventuales, el escalón más bajo de la casta médica. Y quizás también por ello esté pasando esta noticia más desapercibida.

En las últimas semanas ha comenzado el proceso, aunque sería más adecuado llamarlo “la gracia”, de asignación de interinidades cual dádiva generosa con la que se pretende, ¡oh, albricias!, colmar las aspiraciones de un grupo de médicos cada vez más numeroso. Y qué duda cabe que es lo que cualquier eventual sueña: un nuevo contrato que, aunque mantiene y perpetúa en el tiempo la vergonzosa situación de discriminación laboral y económica que viene sufriendo, le ahorra el terrible trámite de tener que firmar cada 3 ó 6 meses la prórroga de su suculento contrato eventual. Y ante esta indudable ventaja, ¿quién se atrevería a pedir más? Porque un interino, curiosamente a semejanza de un eventual, no tiene derecho a cobrar trienios ni complemento de Carrera Profesional, ni por supuesto tiene derecho a ninguna promoción dentro del sistema, no puede optar a ninguna plaza mejor, no puede optar a ningún traslado ni comisión de servicios y no puede ni soñar con promocionar a Jefe de Sección o de Servicio. Pero eso sí, ¡es interino!

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¿Realmente esto importa a alguien más aparte de a los propios afectados? La impresión general es que, salvo contadas excepciones, no. Más allá de la “solidaridad de pasillo o de cafetería” poco se han involucrado muchos de los “propietarios” en la discriminación de los “eventuales”. No sólo en Madrid, en ninguna parte de España. Antes bien, parecería que muchos se han beneficiado, directa o indirectamente, de esta situación, ahorrándose posibles conflictos en temas sensibles como turnicidad, promoción interna, etc.

Lo peor no es el hecho, despreciable por sí mismo y que descalifica a todos los que lo intentan presentar como una solución, de que pasar de eventual a interino no aporte absolutamente nada (salvo el ahorro en tinta de bolígrafo, claro) al médico madrileño sino que, además, los criterios para hacerlo desprenden un terrible hedor a manipulación interesada, a pactos inconfesables, a contentar (o a enfadar) a todos por igual, a cualquier cosa menos a utilidad alguna. Después de un proceso que se ha alargado más de 8 meses, después de obligar a los médicos eventuales a presentar, debidamente compulsada, documentación una y cien veces presentadas ante las mismas instituciones, después de elaborar un baremo bajo la excusa de la más estricta igualdad de oportunidades y fomento de la meritocracia,…, después de todo eso y más, han llegado la vergüenza y el oprobio. No podemos decir que sea una sorpresa, más bien era esperable, incluso seguro, que aparecerían. Tan solo es la enésima demostración de un sistema mediocre que hace gala de su absoluto desprecio por la meritocracia.

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El “reparto” ha estado envuelto, desde el mismo momento en que se anunció, de un halo de oscurantismo. Nadie sabe cuantos médicos eventuales pasarán a ser interinos, ni donde, ni por qué unos si y otros no. Parecería lógico pensar, a la vista de los requisitos, que la asignación de interinidades seguiría un criterio basado en los méritos de cada aspirante: a mayor puntuación, mayores posibilidades. Pero no, no ha sido así. Existe una desinformación total acerca de los criterios empleados y de quien o quienes han participado en la elaboración de esos criterios y han decidido qué médicos eventuales eran destinatarios de la gracia de una interinidad. Y así, se están produciendo situaciones tales como que médicos con mayores méritos acreditados son discriminados en beneficio de otros con menos méritos por un oscuro reparto de cuotas inter- e intrahospitalarias. ¿Para qué, entonces , todo el sainete de presentar en plazo certificados y méritos? ¿Para asistir a un reparto previamente pactado? ¿Por qué no se procede a una asignación discrecional desde el primer momento ahorrando tiempo y esfuerzo a todos los médicos eventuales que creyeron de buena fe en el proceso? ¿Y que capacidad de recurso les queda a estos médicos eventuales que están viendo como sus años de trabajo y esfuerzo y los méritos generados, muchas veces a costa de su tiempo libre, no significan nada porque alguien ha decidió que, pese a contar con más méritos, no tiene derecho a esa interinidad que, sin embargo, beneficiará a alguien con menor puntuación por las oscuras cuotas de reparto?

Y lo más triste es que, aún, hay convencidos de que esta mofa es un avance, una suerte de unción para el que la recibe, una dádiva que no se puede siquiera rechazar. Y reparten felicitaciones por ello sin alterar el semblante. Muchos de los que se oponen, de toda forma posible, a apostar por un cambio que nuestra Sanidad Pública pide a gritos (cada vez más desesperados), a reclamar la laboralización para acabar con toda esta farsa y por un auténtico reconocimiento de la meritocracia como base sobre la que sustentar el sistema.

Este sistema público, espejo en el que debemos mirarnos, sistema que hay que defender frente a cualquier cambio percibido siempre como agresión y que se empeña en perpetuar el sistema de castas discriminatorias. Este modelo de virtudes frente al cual todos los demás palidecen, ejemplo de organización que protege los derechos de sus profesionales frente a la perfidia de otras, ha cometido, de nuevo, otra felonía contra el eslabón más débil de la cadena.

Su (pen)último insulto al médico eventual…

«¡Atreveos! El progreso solamente se logra así»

Victor Hugo, escritor francés (1802-1885)

Precariedad laboral en la Sanidad Pública: algo más que un estudio de la OMC…

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Recientemente se han presentado los resultados del primer Estudio sobre la situación laboral de los Médicos en España elaborado por la Organización Médica Colegial (OMC) mediante la realización de una encuesta on-line a la que respondieron 9763 médicos colegiados. Los resultados del estudio, no por menos conocidos, no dejan de ser terriblemente desoladores. De acuerdo a los datos obtenidos, el 46,7% de los médicos encuestados que se encuentran en activo ejerciendo una especialidad médica en el Sistema Nacional de Salud carecen de plaza en propiedad y sólo disfrutan de un contrato eventual, muchas veces bajo la irónica excusa del (perpetuo) “acúmulo de tareas”. Pero no sólo eso, más del 40% de estos médicos ejerce con contratos de duración inferior a los 6 meses. Y lo peor es que no es un hecho temporal aislado: de acuerdo al estudio, ¡el el 26,2% lleva mas de 10 años trabajando en el SNS y el 6,7% más de 20 años en esta situación!. Peses a este desalentador panorama, en lo que sin lugar a dudas muchos estaremos de acuerdo es en que, a diferencia de la opinión del presidente de la OMC, la precariedad laboral que sufrimos no tiene una influencia sobre la calidad y el rendimiento profesional. Son muchos años soportando estas condiciones y, sin embargo, la profesionalidad y calidad del trabajo de los médicos eventuales nadie puede dudar.

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El conocimiento de estos datos ha levantado la esperada polvareda en medios hablados y escritos. Polvareda teñida de una inmensa, e indecente, hipocresía en demasiadas ocasiones. Es repugnante comprobar como políticos que dicen ser médicos (o médicos que dicen dedicarse a la política para “servir a sus conciudadanos”) se llevan las manos a la cabeza y exponen su indignación ante tamaño desvarío sin pararse, ni por un momento, a pensar que esta situación no es nueva y se mantiene desde hace más de 20 años. Y que han sido muchos, y de todos los colores, los políticos que han castigado con su gobierno a la profesión médica sin que nunca haya existido interés en intentar arreglar la situación de eventualidad casi perpetua de muchos médicos. Pero es que, además, muchos de estos políticos y médicos son autores materiales de documentos como el Informe Abril, el Informe de SEDISA o el Informe de AES en los que plantean soluciones para acabar con esta precariedad, incluyendo todos ellos una posible laboralización, pero que luego, cuando tienen responsabilidad de gobierno, encierran en un cajón sin interés alguno en aplicarlos. Los mismos que critican en un lado de Despeñaperros lo que sus conmilitones hacen en el otro. ¡Hipócritas, en una palabra!

Aún así, más triste y decepcionante que la esperada actitud de estos políticos (por muy médicos que alardeen ser) ha sido el comportamiento en ocasiones de los propios médicos. La presencia de uno número creciente de eventuales con contratos cada vez más precarios ha sido vista con normalidad, y muchas veces con cierta indiferencia, por parte de la clase médica. Más allá de la “solidaridad de pasillo” con el eventual, poco más se ha hecho por intentar revertir su situación. La flagrante discriminación laboral de los médicos eventuales, que siega cualquier posibilidad de progresión profesional, es vista con naturalidad (y, quizás, con cierto alivio) por parte de médicos propietarios de una plaza en el Sistema Público. Incluso se han llegado a firmar infames documentos como el Modelo de Carrera Profesional de la Comunidad de Madrid, que discriminaba económicamente a todos los médicos eventuales y que tampoco encontró oposición alguna.

Y en un giro irónico de las oportunidades, al mismo tiempo que se conocían los datos del estudio de la OMC sobre precariedad laboral, se conocían también esta semana los listados del vergonzoso proceso para transformar a una parte de los eventuales – siempre discriminando y generando división – en interinos. Con todas las ventajas que ello conlleva: ¡ninguna! Pero por si no fuera así, este proceso también está recurrido e impugnado por parte de los propios médicos. Todo sea por mantener el actual sistema de castas…

Y como curiosidad final, la segunda preocupación de los médicos eventuales, a corta distancia del comprensible interés en alcanzar una estabilidad laboral, es la falta de motivación y reconocimiento de las diferencias profesionales.Significativo…

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