Medicina de Urgencias y Emergencias: ¡illa, illa, illa…otra mentirij-illa (más)!

Se acaba un año no para olvidar, antes bien, para recordar siempre. Para recordar lo que hemos pasado, y que seguimos pasando, Para recordar lo que hemos sufrido, y seguimos sufriendo. Para recordar lo que hemos vivido, y a los que desgraciadamente no siguen viviendo…

Para no olvidar que España ostenta el triste hito de ser el país con más exceso de muertes  por habitantes de toda la Unión Europea. ¿Razones?, muchas. Principalmente, la nefasta gestión llevada a cabo por todos aquellos que se supone deben encargarse de dirigir los destinos del país. Y a todos los niveles sin excepción. Pedro tampoco conviene olvidar que nuestra escoria política no es sino un reflejo, más o menos distorsionado, de la realidad de la sociedad española. Conviene no olvidarlo tampoco…

Para no olvidar que España es uno de los países con mayor número de personal médico y sanitario contagiado por el SARS-CoV-2 – más de 85.000 – gracias a la ineficaz y habitualmente demencial gestión de la lacra política que gustamos mantener, a su desprecio constante de nuestro trabajo y a su exclusiva preocupación por su particular propaganda.

<p class="has-drop-cap has-text-align-justify" value="<amp-fit-text layout="fixed-height" min-font-size="6" max-font-size="72" height="80">Para no olvidar a todos aquellos que han antepuesto sus ambiciones personales por encima del supuesto bien común que dicen, sin sonrojarse un poco siquiera, defender. Todos aquellos que pretenden construir, sobre el caos y la ruina que han contribuido a crear, su particular nueva realidad para, si n asomo alguno de autocrítica, continuar engañando a todos aquellos que gustan de ser engañados. Aunque, de nuevo, probablemente tan solo trasluce la realidad de la sociedad…Para no olvidar a todos aquellos que han antepuesto sus ambiciones personales por encima del supuesto bien común que dicen, sin sonrojarse un poco siquiera, defender. Todos aquellos que pretenden construir, sobre el caos y la ruina que han contribuido a crear, su particular nueva realidad para, si n asomo alguno de autocrítica, continuar engañando a todos aquellos que gustan de ser engañados. Aunque, de nuevo, probablemente tan solo trasluce la realidad de la sociedad…

Para no olvidar las mentiras (¡otra más!) con que nos insultan constantemente nuestros dirigentes. El nefasto ministro (¿o ex ministro?) Salvador Illa, dizque Ministro de Sanidad aunque más bien mamporrero de sus amos que dirigen y guían su devenir, prometió – ¡otra promesa incumplida más! – hace más de 6 meses, y en plena efervescencia de la pandemia  por COVID-19 la aprobación definitiva del Real Decreto para la creación de la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias. Una especialidad que, parece increíble, aún no existe en nuestro país. Una especialidad cuya creación “prometió” a todos los profesionales que, desde la primerísima line de batalla que es la puerta de un Hospital se enfrentaron, desde el inicio y malamente pertrechados para ello por mor de la execrable gestión de su ministerio, a una enfermedad que amenazó con llevarse por delante todos los diques que la sociedad había construido en las últimas décadas. Unos profesionales que jamás reclamaron otra cosa que lo que en justicia merecen, unos profesionales que se han dejado, literalmente, la vida en muchas ocasiones para intentar compensar los errores y carencias de un sistema sobrevalorado, sobrepasado y esquilmado por políticos de todo colorín.  Unos Médicos de Urgencias que tan solo pretenden ver reconocida su formación, su dedicación, sus habilidades, su pericia y su experiencia en un área tan específica de la Medicina como es la Urgencia y Emergencia, tan específica como la de cualquier otra especialidad médica. A la tradicional oposición cainita de otros especialistas médicos frente a la creación de la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias, preocupados tan solo por mantener sus particulares cuotas de poder antes que del bienestar de los pacientes, se suma ahora la enésima mentira, el engaño recurrente, el desprecio infinito de las instituciones públicas en cuya egoísta voluntad radica la oportunidad de terminar con una discriminación  vergonzante largamente mantenida.

Para no olvidar que, si bien es cierto que por el Ministerio de Sanidad ha pasado personal de toda laya a su frente, pocos normales y muy pocos buenos, nunca había tenido como cabeza visible a un embustero del calibre de este ministro Illa, más preocupado en dar gusto y satisfacción a sus amos que en cumplir lo poco honesto que podía aún hacer. Un tipo sin palabra, sin honor, sin vergüenza…, un político español

En definitiva, para no olvidar jamás a unos Médicos de Urgencias a los que todos debemos, y deberemos siempre, agradecimiento y que no se merecen el desprecio de miserables como Salvador Illa.

¡Especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias, ya!

Se lo merecen. Se lo debemos. Nos lo debemos

«Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa»

Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, escritor y político francés (1689-1755)

Coronavirus: ¡Muera la inteligencia! (pero que sirva para algo…)

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Si algo demuestra la epidemia por Coronavirus (Covid-19) que padecemos es la total nulidad de nuestra escoria política para hacer frente a cualquier situación que se aparte de su sesgada y limitada cosmovisión. Es enormemente desalentador escuchar, y comprobar, día tras día, la mediocridad que impera entre nuestros dirigentes y su inmarcesible estulticia que nos pretenden imponer a machamartillo. En las pocas semanas que llevamos padeciendo la epidemia han sido incapaces de actuar con un criterio sensato. Más allá del desbarajuste de protocolos cambiantes, con criterios en ocasiones contradictorios en apenas horas, con discrepancias y choques dentro de lo que, se supone, unidad de acción del Gobierno pero que tan sólo evidencia sus soterradas luchas internas, la única medida para prevenir el contagio masivo de la población ha sido prohibir – ¡cómo le gusta a este Gobierno prohibir! – que los médicos puedan acudir a congresos, sesiones, jornadas o cualquier otro tipo de reunión científica “para preservarlos del contagio» a la par que promovía, con la incoherente y vergonzosa asistencia del propio Ministro, reuniones de médicos para otorgar unos premios. Resultaría enternecedor ese súbito interés en nuestro bienestar, esa preocupación por nuestra salud e integridad física, si no fuera porque recuerda demasiado al trato dispensado al ganado durante epidemias animales y cuyo único objetivo es evitar que se estropee el género que después hay que vender. Es un insulto, ¡uno más!, escuchar tan reciente interés de parte de aquellos que, durante décadas, han contribuido, mantenido y promovido un trato vejatorio para los médicos, con condiciones laborales precarias, contratos eventuales sin fin o recortes en el salario constantes y sin ofrecer más alternativa que aceptarlo o emigrar a otros países dónde aún se respete la dignidad del médico. 

¡Muera la inteligencia!, una actitud ante las crisis muy española. Con independencia de la opinión que cada uno pueda tener acerca de la utilidad y pertinencia de los congresos o reuniones científicas médicas, lo que sí resulta extraordinariamente llamativo es la absoluta falta de criterio a la hora de evitar las concentraciones de multitudes que pudieran favorecer el contagio y diseminación de la infección: nada de evitar aglomeraciones en manifestaciones políticas, actos deportivos o fiestas populares varias como han hecho países de nuestro entorno – ¿quizás porque pueda restar votos? – pero sí militarizar y restringir la libertad del médico amparándose en un supuesto “bien común”. ¡Muera la inteligencia!, evitando adoptar medidas para optimizar el funcionamiento hospitalario en esta situación, incluyendo posponer consultas no urgentes o implantar y favorecer el tele-seguimimiento y tele-consulta de pacientes que no requieran obligatoriamente una visita al hospital. ¡Muera la inteligencia!, cuando aún no existe una cura o una vacuna preventiva de la infección pero no cuesta mucho imaginar a los autoerigidos guardianes de las sacrosantas esencias de la Sanidad afilando sus cuchillos contra  la pérfida «farmafia» de sus conspiranoicos anhelos y a la que no dudarán en acusar de un afán desmedido de lucro…

Aunque si hay un colectivo médico que merece, siempre pero ahora más que nunca, reconocimiento en esta crisis es el de los médicos de Urgencias. Médicos que están en primera línea frente a la infección, enfrentándose a los diagnósticos y posibles contagios por Coronavirus antes que muchos otros, pero sin olvidar en ningún momento que, además de atender ésta crisis, continúa habiendo pacientes que sufren ictus, infartos, hemorragias o accidentes diversos que los llevan a los Servicios de Urgencias y que requieren toda su atención con independencia del ruido mediático acompañante a la actual epidemia vírica. Ellos son los verdaderos héroes en esta situación, trabajando en entornos ya de normal sobresaturados, con escasez de recursos y personal, con una sonrojante precariedad laboral pero con una gigantesca generosidad, sin quejarse, sin aprovechar la actual circunstancia de necesidad para obtener rédito o reivindicación alguna.

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Médicos de Urgencias tradicionalmente despreciados por una Administración mediocre y voraz y, en demasiadas ocasiones también, por muchos compañeros que los ningunean movidos por sus particulares intereses. Médicos de Urgencias engañados una y otra vez por promesas incumplidas desde todo el espectro político, luchando por un reconocimiento ganado día a día desde hace años en su constante labor de primera atención a cualquier crisis sanitaria. Médicos de Urgencias que tan solo aspiran a tener la consideración que han demostrado merecer. Por todo ello, pero sobre todo por todos ellos, es de justicia que los médicos, pero también el resto de la sociedad, reclamemos de una vez la creación de la especialidad médica de Urgencias y Emergencias vía M.I.R., al mismo nivel que cualquier otra especialidad medica o quirúrgica, con los mimos derechos y reconocimiento. Para que nuestros médicos de Urgencias tengan, como dejo dicho Jonas Salk, “la oportunidad de hacer más como recompensa a un trabajo bien hecho”. Será lo mínimo que los médicos deberemos exigir cuando esta crisis, real pero acrecentada por el (esperable) comportamiento de nuestros políticos, pase y se solucione.

Por ellos. Por nosotros. Porque se lo han ganado y lo merecen

¡Especialidad en Medicina de Urgencias y Emergencias ya!

«Es sólo a través del trabajo y del esfuerzo doloroso, por la energía sombría y el valor resuelto, que pasamos a cosas mejores»

Theodore Roosevelt, político, historiador y escritor estadounidense (1858-1919)