Autocrítica: necesaria para todos…

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Autocrítica: juicio crítico sobre obras o comportamientos propios (Diccionario de la Lengua Española de la R.A.E. 23ª edición)

La autocrítica consiste no sólo en ser conscientes de los propios errores o fallos cometidos, sino que implica asumirlos como tal e intentar enmendarlos. La autocrítica lleva implícita un conocimiento de las fortalezas y debilidades propias con el objetivo final de mejorar para avanzar, sin caer en el recurso fácil de achacar todos los males a lo que nos rodea. No pasa nada por reconocer un error, no es necesario buscar continuamente enemigos donde no los hay. La autocrítica es la virtud de los fuertes, de aquellos que no tienen miedo a reconocer un error porque saben que son capaces de superarlo y mejorar. De aquellos que quieren crecer y no estancarse. De aquellos que no se regodean en halagos vanos por lo ya conseguido y que siempre miran más allá. De los que están convencidos de que siempre se puede hacer mejor. Pero no deja de ser sorprendente que tantos como exigen autocrítica son incapaces de aplicarla a sus propias actuaciones.

Recientemente, tres hechos nos hacen ver el valor de la autocrítica o, más bien, de la ausencia de ella:

  • Ayer, las aspiraciones de la ciudad de Madrid de organizar los Juegos Olímpicos de 2020 se vieron truncadas tras la votación de los miembros del COI que otorgó los mismos a la ciudad de Tokyo. Con independencia de las innegables bondades que el proyecto de Madrid tenía, así como de la extraordinaria presentación que se hizo de la misma, el resultado final no fue el deseado. ¿Por qué? Inicialmente, como siempre suele suceder, surgieron las voces que acusaban la decisión tomada por los miembros del COI de “injusta”, y a los propios miembros poco menos que de “caraduras”, “sinvergüenzas”, “corruptos” o “estómagos agradecidos”… Han pasado ya casi 24 horas desde la decisión y aún no hay un mínimo atisbo de autocrítica, de pensar que se hizo mal, donde se falló y por qué no convenció nuestra candidatura. Parece imprescindible, y es una exigencia de gran parte de la población española, un análisis profundo y desapasionado de los motivos que nos han conducido a un nuevo fracaso. Quizás es aún demasiado pronto pero, ¿habrá alguna autocrítica?
  • El diario El País publica hoy los resultados de una encuesta sobre intención de voto. Con independencia de los mismos, lo que más llama la atención es que, pese al deterioro creciente de nuestra clase política, al continuo rosario de casos de trinque y corrupción que los rodea, los dos partidos mayoritarios continúan acaparando más del 60% de la intención de voto. Y aquellos partidos que se presentan públicamente como alternativas a los dos tradicionales apenas alcanzan a convencer, de manera conjunta, a un 20% de los potenciales votantes. Han pasado más de 12 horas desde la publicación de esta encuesta y los responsables de estos dos partidos, que aspiran a convertirse en alternativas y recoger el voto desencantado de los dos grandes corruptos de nuestra democracia, aún no se han dignado a realizar un sano ejercicio de autocrítica y analizar por qué no son capaces de ilusionar a un mayor porcentaje de votantes o que cambios necesitan hacer para lograrlos. Parece necesario que ambos reflexionen sensatamente acerca de los errores y debilidades de sus alternativas. Quizás es aún demasiado pronto pero, ¿habrá alguna autocrítica?
  • Hace casi un año que los médicos mantenemos un enfrentamiento franco con la Consejería de Sanidad de la CAM por sus planes privatizadores. En todo este tiempo, se han sucedido manifestaciones, huelgas, protestas y recursos judiciales frente a los planes de la Consejería. Pero, una vez más, la autocrítica no ha existido. Y cada vez resulta más difícil esconder su ausencia. Muchos médicos, que nos unimos inicialmente a las manifestaciones y protestas, estamos decepcionados con esta ausencia total de autocrítica por parte de quienes dicen representarnos. Y más, conociendo un poco como funciona nuestra Sanidad Pública. Cualquier cosa propuesta que hagamos pierde parte de su fuerza y legitimidad cuando se compara frente a la nula capacidad de reconocer los errores cometidos a lo largo de muchos años. Parece que existe un miedo insuperable a afrontar la realidad y reconocer que a la actual situación se ha llegado, al menos en parte, gracias a la pésima gestión y los errores que los médicos hemos cometido en muchos aspectos del sistema. Parece que ocultarlos hace que no existan. Que no se hayan cometido abusos, discriminaciones, corruptelas o malversaciones. Que sólo es responsable “el otro”… Cada día es más necesaria esta reflexión. Quizás no es aún demasiado tarde pero, ¿veremos alguna autocrítica?

“Reprender a los demás es muy fácil, pero es muy difícil mirarse bien a sí mismo»

San Francisco de Sales (1567-1622)

Madrid 2020: motivos para una esperanza…

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¿Hay motivo para organizar unos Juegos Olímpicos?

Cuando el presidente Franklin D. Roosvelt lanzó en 1933 su programa de “New Deal” con el objetivo de sacar a la economía de los EE.UU. de la profunda depresión en la que le había sumido la crisis de 1929, muchos lo tacharon de iluso e ignorante. Las medidas propuestas contemplaban la ayuda inmediata a los millones de trabajadores que se habían quedado sin empleo mediante la implantación de un amplio programa inmediato de obras públicas y de planes a largo plazo que incentivaran la inversión privada. Roosvelt consideraba prioritario fomentar la demanda e incrementar el consumo como medios para reactivar la producción. Aunque las actuaciones puestas en marcha produjeron un notable incremento de la deuda pública de los EE.UU. Como consecuencia del incremento en el gasto público, el “New Deal” palió en gran medida los efectos de la depresión, relanzó la actividad económica del país, recuperó parte del empleo, y creó un ambiente de optimismo y confianza en las propias capacidades del país, inexistente desde el crack de 1929.

Dentro de pocas horas se decidirá que ciudad organizará los Juegos Olímpicos de 2020, y Madrid es una de las tres candidatas a ello. Muchos somos los que confiamos en que sea la elegida. Por muchos motivos, pero principalmente porque creemos firmemente que un hecho de estas características puede convertirse en el “New Deal” que España entera necesita. Después de años sumidos en una profunda crisis que ha afectado a todas las instancias de nuestro país, esta oportunidad representa una salida, un objetivo común por el que luchar y que permita reforzar la unión y el compromiso de todos los españoles en una tarea conjunta. Unos Juegos Olímpicos son el mejor escaparate internacional, no sólo para la ciudad organizadora, sino para todo el país, como ya sucedió con los Juegos de Barcelona de 1992.

¿Son rentables unos Juegos Olímpicos?

Organizar unos Juegos Olímpicos sin duda ayudaría a relanzar la economía de nuestro país: permitiría incrementar la inversión, tanto pública como privada, favorecer y dinamizar el consumo y ayudaría a luchar contra el paro, uno de nuestros principales problemas. Sin embargo, aún son muchas las voces críticas con la supuesta rentabilidad económica de la organización de unos Juegos Olímpicos, pero para ello tan sólo hay que echar un vistazo a los datos de los Juegos de Londres 2012. Los resultados mostraban que, tras tres trimestres seguidos de decrecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, Gran Bretaña había logrado que su economía creciera un 1% en el periodo de julio a septiembre de 2012, durante el cual, se desarrollaron en Londres los Juegos. El mercado laboral registró una subida en el empleo nacional a 29,6 millones de personas en el tercer trimestre de 2012. La tasa de desempleo disminuyó de 8,1% a 7,9% en el mismo periodo. El desempleo entre los jóvenes (de 16 a 24 años) disminuyó a 957.000 personas, siendo la primera vez en un año que bajaba del millón de jóvenes.

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¿Puede España permitirse organizar unos Juegos Olímpicos?

No es menos cierto que en España, paraíso de golfos y trincones, cualquier inversión corre el riesgo de ser abducida por la corrupción inherente a nuestros gobernantes. Pero eso no debiera convertirse en argumento para rechazar una oportunidad como esta. Más bien, debería servirnos para reclamar de una vez por todas una limpieza efectiva de todos los sinvergüenzas que pueblan nuestra clase dirigente, y que viven empeñados en separar y enfrentar a unos españoles con otros haciendo siempre una lectura partidista de cualquier acontecimiento, ya sea cultural, deportivo o de cualquier otra índole. Pero España no deja de ser el reino de la envidia y la demagogia. Así, han surgido voces que reclaman que el dinero de las inversiones destinado a la organización de estos Juegos de 2020, sería mejor empleado si se dedicara a educación, sanidad, ciencia u otros gastos sociales. Lo mismo podría decirse del dinero que se pierde en subvenciones de partidos políticos, sindicatos, asociaciones, iglesias, cine o, incluso, el dinero gastado en la organización de las fiestas populares de cada pueblo o ciudad (por mucha repercusión internacional que tengan…). O también podríamos emplear los miles de millones de euros que se han destinado a rescatar entidades bancarias públicas, tras la pésima gestión de los políticos y sindicalistas que las manejaban. E incluso podríamos reclamar también dedicar el dinero que nos cuesta mantener 17 mini-estados diferentes (con todo lo que ello conlleva), 56 aeropuertos distintos, observatorios y agencias públicas diversas, etc. Sin duda alguna, es fundamental asegurar aspectos de la educación, sanidad o investigación en España, pero quizás sería mucho más fácil si se empezara a aplicar un modelo basado en el trabajo, esfuerzo, profesionalización y meritocracia antes que en el enchufismo, corrupción y burocracia que invaden tantos ámbitos de la vida española, y posiblemente conseguiríamos así una mejor optimización de los recursos disponibles.

Razones para la esperanza…

Si finalmente el próximo sábado España es escogida para organizar los Juegos Olímpicos en la ciudad de Madrid de 2020 se habrá despertado una nueva esperanza para muchos españoles que creen en la capacidad y talento del país para salir de esta crisis que nos atenaza. Que están convencidos de que la unión hace la fuerza. Que creen que el esfuerzo colectivo y hacer bien las cosas es posible en España y que seguro tendrá su recompensa. Que creen en definitiva y como dijo William Shakespeare que “…un hombre que no se alimenta de sus sueños, envejece pronto…”

«La esperanza es el sueño del hombre despierto»

Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.), filósofo griego